lunes, 24 de septiembre de 2012

La detención como estrategia

Reproducimos este interesante escrito que recibimos hace ya tiempo, pero que está vigente.

La detención como estrategia contra un espacio político.

Esta son algunas reflexiones dentro del marco de la anti-represión o de la autodefensa contra la represión, que quería difundir para completar, desarrollar, compartir, etc..., y así elaborar nuestras propias estrategias en las situaciones represivas en las que se produzcan identificaciones o detenciones. Se trataría de plantear cuestiones más de "praxis" que de metodología legal, partiendo de la detención o identificación, no como cuestión legal/policial/judicial, sino más bien como conflicto del sistema con un espacio político.


En primer lugar se dice que, tenemos "derecho", en caso de que la policía nos pare y pida la documentación, a pedirles su identificación, si no la llevan visible, y los motivos. Este argumento de entrada es falso, pues nos sitúa en el mismo plano de derechos con el policía al que nunca podremos abordar en la calle, igual que hace él con nosotras, para pedirle que se identifique.
De hecho, en ocasiones hasta puede ser contraproducente, pues en el intento de demostrar que quien controla la situación es el policía, puede aparecer cierta agresividad por el atrevimiento. Si realmente fuese un derecho, nunca debería de ser así y eso ocurre en muchas más ocasiones de las que conocemos, porque o no se denuncia, o si se denuncia, no prospera. O sea, la justicia reconoce que quien realmente tiene derechos, es el policía. En teoría, no pueden llevarte a comisaría por ir indocumentada y deberían de usar todos los medios tecnológicos, para verificar los datos que les facilites antes de trasladarte a la dependencia policial.

Si por circunstancias, se es objeto de algún tipo de violencia durante la detención, como empujones, golpes, tirarte al suelo, gritos, amenazas con el arma, sin motivo alguno, seguramente es producto de lo que comentábamos anteriormente; tienen que hacernos ver que la situación la dominan ellos y la tienen controlada, pero en el fondo, esa agresividad no es más que una respuesta intimidatoria para paralizarte e inmovilizarte, y que en muchos casos es producto de su propio miedo a ponerse en nuestro mismo plano y perder así su autoridad. Con esto no se pretende dar una pauta de cómo actuar, sino compartir experiencias para que cada cual actúe como lo considere más conveniente y apropiado según la ocasión.

En una detención, hay que valorar todas las variables posibles para intentar conseguir salir cuanto antes y lo mejor posible de una situación que es a todas luces desfavorable, por lo que es bastante conveniente actuar de forma preventiva, de manera que si es posible evitar incluso la detención, ya que una vez en comisaría no sólo registrarán todos tus datos y en ocasiones hasta las huellas para su banco de datos que les facilitará el "trabajo", sino que además, entrarás en un medio completamente desfavorable.

Hay que tener bien claro que en el momento de la detención nadie tiene abogado. La policía cuando "te lee tus derechos" dice que "tienes derecho a nombrar un abogado", aunque lo que debería decir es que "tienes derecho a un abogado pero de momento, aún no lo tienes".

Estos son los preliminares de las subsiguientes fases de aislamiento. La detenida está completamente sola porque lo primero que hace la policía, es aislarte completamente para que lo sientas así. Esto puede ser vivido por la persona detenida de diferentes maneras:

‹ Se puede dar perfecta cuenta que en esas circunstancias, la correlación de fuerzas es muy desfavorable.
‹ Puede tener la sensación que la policía es omnipotente y que puede hacer lo que quiera con ella.
‹ Y, además, que nadie se va a enterar de lo que le suceda.

Pese a todo, en comisaría hay que intentar no ponerse nerviosa, ni caer en situaciones de pánico. Se debería actuar, en la medida de lo posible, según nuestro propio criterio y no sobre las pautas que nos vayan marcando, intentando incidir sobre los hechos que nos han llevado hasta allí y no en base a lo que nos digan o con lo que nos amenacen o intenten hacer chantaje.
El conocer públicamente las situaciones de torturas en comisarías, en ocasiones ha llevado a perder de antemano los nervios y actuar con precipitación, sin ni tan siquiera intimidación alguna. Aunque no se trata de alardear de heroicidades, tenemos que saber que hay posibilidades de resistir ante la amenaza y el miedo y vencerlos.

Sobre los casos de maltrato o tortura hay que conocer que no son indiscriminadas, sino selectivas y que, por lo general, no es una actuación personal de un policía en el abuso, sino que en esa mayoría de casos se trata de algo planificado y autorizado desde una jefatura y que forma parte, más de un sistema de destrucción de la resistencia política de la detenida, que del enfado de unos cuantos policías. De hecho en ocasiones la tortura, más que información, lo que busca es esa destrucción política para que nuestras contradicciones con dicho hecho, provoquen que abandonemos toda lucha. Más allá del dolor físico, algunas de las cuestiones que más aterran de la tortura son la tremenda impunidad y el silencio. Te dirán que nadie se va a enterar de lo que te suceda y que están por encima de cualquier derecho y ley, y que tienen permiso y órdenes, de hacer contigo lo que se les ocurra, incluso dejarán caer amenazas claras contra tu familia y compañeras y, aunque digan que no les importa que lo denuncies ante el juez, luego te dirán que si les denuncias, te lo volverán a hacer eso, o peor.

El proceso de incomunicación pueden mantenerlo hasta cinco días por lo que, en caso de que vayan a torturarte, deberán hacerlo en los primeros días, pues, salvo excepciones y "accidentes", procurarán que cuando te lleven al juez tengas las menos marcas visibles posibles. Así, como forma de dominación, intentarán que comprendas que, tras un comienzo violentamente fuerte, son muchos los días que te quedan por delante, que la escalada de golpes irá en aumento y que no lo vas a soportar. Ahí es cuando una empieza a hundirse y a sentir que realmente tu vida está en manos de tus torturadores. Es probable también que, si en los primeros días no te han torturado, no lo vayan a hacer en los últimos. Por eso en el primer momento es tanto o más importante la entereza mental que la física. Si una llega físicamente destrozada a la comisaría, la fortaleza mental seguramente ya se encontrará muy debilitada, he ahí el por qué en algunos traslados se golpea anticipadamente a la detenida.

Todo esto es válido, salvo en situaciones de agresión o lesión contra otro policía, pues ahí sí que el grupo de policías querrán dejarte bien claro, cuales son las repercusiones de dicha actuación y que no sólo te expones una a la condena dictada por ley, sino a la justicia vengativa y particular del gremio y en esas ocasiones, el traslado a una comisaría, suele ir acompañado de "sesiones" de violencia.

La comisaría es el auténtico escenario del pánico. Actualmente, las policías autonómicas intentan cambiar el procedimiento, pero hasta ahora, en una comisaría, el trasiego de policías rodeándote, entrando y saliendo con actitud hostil y caras de perder cada segundo amigos, son las estrategias utilizadas para hacernos perder los nervios y socavar nuestra integridad política. Por lo general, una se siente invadida con preguntas y con la sensación de que saben más cosas de las que te parece. Te llamarán por tu "alias", si es que tienes, que sólo conocen tus amigas más allegadas.

Seguramente te enseñarán fotos para ver cómo reaccionas. En algunas verás personas conocidas, en otras no e intentarán que les digas algo de ellas para completar su fichero de datos. En ocasiones puede parecer que esa información es intrascendente, pero eso ya es un motivo más que suficiente para no darla. Con todo ese despliegue, intentan impresionarte de manera que te puedas hacer una idea de que saben más de lo que parece, luego, es muy probable que todo sea un artificio para conseguir algunos datos más y para que tú sientas toda su omnipotencia y ubicuidad. Por lo general cuando se produce una de estas detenciones, ellos ya saben algo de ti e intentan saber mucho más, tanto sobre ti como sobre tu entorno.

En los interrogatorios, aunque a veces pueda parecer lo contrario, no suele haber nada espontáneo sino que obedecen a estrategias de quiebras emocionales a través de las que, al mismo tiempo que intentan obtener información, socavan lo más personal y lo político. Suelen ser recursos muy viejos que han sido adaptados al contexto actual de forma que te harán sentir cierta incertidumbre ante la presencia de alguien que está fuera de sí y de otro que se aproximará de una manera distendida y poco sospechosa, para que accedas voluntariamente a hablar, de forma que nunca te preguntará directamente, sino que entrará en conversación con cuestiones que no vienen al caso, mostrando una actitud relajada, despreocupada e interesándose por tu estancia en las dependencias. Cuestiones como si has comido, si tienes sueño o sed, o te apetece un cigarro, hacen que una se relaje y entre en conversación. En estos casos, si no tenemos suficientemente controlada la situación, es desaconsejable entrar en charlas absurdas.

Lo fundamental en un interrogatorio, es no decir nada. Casi siempre, la sesión empieza con preguntas de las que ya conocen las respuestas: Nombre, domicilio, etc... Hay que tener en cuenta a que toda respuesta nuestra conduce a una nueva pregunta suya y cuando se empieza a hablar, es muy difícil no contar lo que no se debe, o hacer creíble una historia improvisada sobre la marcha. Si una no se siente con capacidad de ser selectiva con las preguntas a las que responder o no, lo más adecuado es no entrar en conversación. En estas situaciones, tampoco es aconsejable firmar documentos, ni reconocer nada e ir con cuidado con los objetos que te dicen que cojas.

Si afirman que han detenida a una compañera tuya y que ha declarado en tu contra, culpándote de alguna acción o incluso te enseñan una declaración con su firma, nunca reconozcas los hechos y dí que es absolutamente mentira lo que dice tu compañera. Sí ciertamente hay una compañera detenida de la que han obtenido una declaración, piensa que lo más seguro es que lo haya hecho por las torturas y en todo caso, sigue negando los hechos para que la compañera te sienta fuerte y pueda servirle para que levante el ánimo y no consigan que os enfrentéis. La idea sería que en vez que sus declaraciones te empujen a tí, intentar empújarla tú a ella hacia la resistencia.

Si la detención no es con incomunicación, el abogado debería asistirte antes de ocho horas, pero puede ocurrir que transcurridas ocho horas no hay aparecido abogado alguno y la policía, amablemente te aconseje e invite a que declares porque así te podrás ir antes a casa. Posiblemente tampoco se hayan molestado en decirte por qué te han detenido, pero sí que "te informan", de que si declaras aunque no esté el abogado, te dejarán ir a a casa. Para situaciones como estas, vale todo lo anteriormente expuesto y en caso de que se pongan pesados, siempre se les puede decir que:

En tanto que no tengo conocimiento de los delitos por los cuales me mantienen retenido y no tengo abogado por el momento, quiero declarar que me detuvieron de esta forma y en el trayecto sucedió esto, mientras los policías me trataron de esta forma, han violado mis Derechos Humanos de esta forma y hasta tener asistencia jurídica de mi confianza no ampliaré mi declaración.

Una declaración de este tipo, si es preciso, se puede hacer también ante el juez. Es obvio decir que, esto es sólo una referencia y que habría que adaptarla a cada circunstancia personal.

Por todo lo expuesto, hay que entender que la situación en una comisaría es mucho más desfavorable que cuando se produce la detención y de ahí, la insistencia en evitar entrar en la dependencia policial.

Esta situación de desproporción, se equilibra un poco cuando hace acto de presencia el abogado, incluso si es de oficio, pero no tanto por lo que él pueda hacer sino porque de entrada, es ajeno a la institución policial. Como esto es conocido por la policía, en ocasiones algún agente se ha hecho pasar por abogado para conseguir una declaración. Es por eso que si no conocemos al abogado, éste debería presentarse e identificarse convenientemente sin que se lo pidamos y si no lo hace solicitarle que así lo haga.

Cuando llega el abogado, es cuestión de tiempo y la policía sabe que ya tiene poco margen de acción, y en esta situación, el tiempo corre a nuestro favor, en el sentido de que estamos a punto de escapar al dominio policial. Ahí es cuando recomiendan que es el momento de, más que guardar silencio, negarlo todo y firmar.

Esta situación de vulnerabilidad en la comisaría, pierde fuerzas cuando se pasa a disposición del juez. Este se basará en los informes de todo lo anterior y de eso va a depender lo que suceda. Aquí se asegura que es también el momento para negarlo todo, aunque si no se tiene preparada una estrategia de defensa clara y todavía se desconocen muchas de las circunstancias que te han llevado a la detención, por lo que es mejor no precipitarse, por lo que en ocasiones guardar silencio es una buena táctica.

Si para exculparte das informaciones, coartadas, excusas que luego se puedan contradecir con la estrategia de defensa, casi mejor no hablar y esperarse a poder coordinar las declaraciones con el resto de detenidas, si las hay, o con el abogado. El silencio ante el juez, nunca cierra otras posibilidades.

Es importante que esa actitud de resistencia se mantenga en los espacios y ante los funcionarios en que debe así expresarse, pero no en los de afinidad. Eso permitirá llevar a cabo la estrategia de denuncia y lucha política más adecuada y hacer el llamamiento a la solidaridad combativa.

Plantear, como hacen algunos abogados, la estrategia inversa, no es tener en consideración a la compañera detenida y entregarla, sin apoyo ni resistencia, al circo de la justicia a la espera de que fiscal y juez "se apiaden" de ella.

(Este texto no ha sido realizado por algún abogado o profesional, por lo que puede dañar seriamente la salud de quien no se circunscriba dentro de algún espacio político. Se desaconseja mantener al alcance de menores, de mártires por la causa y de cualquier fuerza del orden público, fiscal, juez e incluso abogados.

Pedimos disculpas, pero por el momento, este texto, no está adaptado para uso de personas migradas. Para ello sería necesario hacer los añadidos convenientes y una prescripción adecuada en la que tener en cuenta las actitudes y los escasos recursos que dichas personas tienen a su alcance. Se desaconseja para cualquier vía asistencialista. Su lectura desde una perspectiva legal, institucional o apolítica, puede resultar perjudicial y producir efectos secundarios indeseables, así como fiebres, vómitos, mareos o embarazos prematuros psicológicos, etc. Antes de consumir, es preferible consultar con tu grupo de afinidad y seguir atentamente las instrucciones que te dicten tus convicciones, el instinto político, el sentido común y el de supervivencia personal y colectiva.
Hacer apología de este texto, puede ser motivo para identificarte como asocial, misántropa, roja, comunista, antisistema, anarca-punki, insurrecta, rebelde, anarquista, refractaria, okupa radical, subversiva, informal, etc..., e incluso estoica y/o masoquista.

No es recomendable su uso tópico o típico y es preferible memorizarlo antes que llevarlo encima.
Tampoco es recomendable facilitar información a los agentes patógenos externos.
No hacer abuso, ni tomar en caso de embarazo, ni mezclar con infusiones, sustancias estimulantes o bebidas alcohólicas que podrían distorsionar sus efectos políticos.
Cualquier reacción o contraindicación, debería de ser inmediatamente corregida o añadida en el propio texto. En caso de hipermedicalización, acuda a un especialista desinteresado).

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